Alejandro Guardia Valverde me había aconsejado
que en los días de estadía en Buenos Aires visite la Escuela Ernesto de la
Cárcova. Él me había redactado una carta con el fin de presentarme ante el
director. Cuando se la entregue a Alfredo Guido me miro y me dijo: “Hermano
boliviano si decide estudiar, esta es su casa”. Realmente me impresionó
muchísimo.
La
Escuela de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova
-. ¿Cómo fue esa primera
visita a la Escuela?
PC: Me
llevaron a conocer los talleres de escultura. Allí, los muchachos modelaban
esculturas de dos metros. El secretario me presentó ante la clase diciendo:
“Ponciano Cárdenas un hermano boliviano”. En ese momento dos estudiantes (hoy
reconocidos artistas) se acercaron: Antonio Pujia y Alberto Bruzzone.
Finalizo el recorrido, le agradezco al director, llego hasta la puerta…me
detengo. Me doy la vuelta y vuelvo. Y le digo al secretario: “¿Qué tengo que
hacer?”.
-. ¿Decidió quedarse?
PC. En
ese mismo momento. Ingresé a estudiar primero como alumno invitado, luego por
mis estudios previos en Cochabamba, fui alumno regular y becado cuatro años
más. Había una razón muy importante que me atrapó. En ese momento varios de los
artistas locales como Alfredo Guido, Centurión y Ferrari, entre otros, estaban
buscando una identidad. La identidad americana. En Paralelo, Portinari en
Brasil, Torres García en el Uruguay y Tucumán Rojas en Bolivia. Conocer toda
esa búsqueda me impresionó. Pero, sobre todo, las palabras de Alfredo.
Finalizo el recorrido, le agradezco al director, llego hasta la puerta…me detengo. Me doy la vuelta y vuelvo. Y le digo al secretario: “¿Qué tengo que hacer?”.
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